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Pruebas meniscales, como son la prueba de Apley (g) con el paciente en prono y rodilla flexionada realizamos una compresión con rotación para diferenciar ambos meniscos (interno y externo) y observar si hay hallazgo positivo en estructuras parameniscales compatibles con fenómenos inflamatorios sin que por ello exista alteración anatómica del menisco.
Prueba de McMurray (h) con flexión máxima de rodilla efectuando rotaciones extremas en ambos sentidos. La aparición de un chasquido o resalte articular audible o palpable, en ocasiones doloroso, es compatible con un desgarro meniscal, probablemente de localización posterior. Si completamos esta maniobra con extensión máxima de rodilla valoramos la integridad del menisco interno, siendo positiva si aparece dolor en interlínea medial, denominándose como prueba de Bragard (i).
Para completar la exploración no debemos olvidarnos de la rótula y observar principalmente si hay o no liquido intraarticular con la prueba del derrame (j) o el signo de Zohlen (k) para valorar integridad del cartílago siendo positiva con dolor retrorrotuliano.
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