Cuerpo

Síndrome de dolor miofascial y fisioterapia

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El síndrome de dolor miofascial o síndrome miofascial (SMF) es una entidad descrita por Janet Travell y David Simons en 1992, el cual es un proceso muscular regional agudo o crónico, primario o secundario, prevalente, incapacitante, subdiagnosticado y por consiguiente poco tratado. Esto es debido a que no se acompaña de alteraciones estructurales detectables con pruebas de imagen o analíticas y con frecuencia por estar asociado a otros procesos musculoesqueléticos. (1)

Definición de síndrome de dolor miofascial

El SMF es un síndrome específico que se define como la manifestación de dolor muscular originado por puntos gatillo miofasciales (PGM), que son nódulos dolorosos, sensibles e hiperirritables que se localizan sobre bandas musculares tensas, palpables en el músculo o en sus fascias, que pueden desencadenar una respuesta local contráctil ante la estimulación mecánica, apreciada como una contracción. Si el PGM es lo suficiente hiperirritable puede originar dolor referido, alteraciones en la sensibilidad y cambios autonómicos en sitios remotos a su ubicación. (1–6)

La prevalencia internacional es de 13.5 a 47%. Además, afecta a 85% de la población en algún momento de su vida. Se  estima  una  prevalencia  entre 21 a 30% en la consulta del internista o traumatólogo y aumenta a un 85 a 90% en unidades de dolor. Asimismo, se ha observado que afecta por igual a hombres y mujeres. (2,3)

¿Por qué se produce el dolor miofascial?

La etiología del SMF es desconocida. Las causas están relacionadas con factores biomecánicos de sobrecarga o sobreutilización muscular o microtraumatismos repetitivos, en los que se ven alterados los procesos metabólicos locales del músculo y la función neuromuscular en la placa motora. Algunos pacientes pueden presentar SMF acompañando a otras patologías articulares, radiculares e incluso viscerales. Además, existe una serie de factores precipitantes que pueden reactivar o generar los PGM como traumatismos, malas posturas, estrés mecánico repetido, estresores psicológicos, desequilibrio mecánico, enfermedades articulares, sueño no reparador y deficiencias vitamínicas y minerales. (1,2,3)

Estos factores incrementan  de  manera  sostenida  la  liberación  de  acetilcolina en la placa motora. Esta disfunción parece debida a  una  despolarización  anormal  de  la  placa  motora  por  mecanismos   presinápticos,   sinápticos   y   postsinápticos   (excesiva  liberación de acetilcolina (ACh), defectos de la enzima acetilcolinesterasa y aumento de la actividad del receptor nicotínico de la ACh, respectivamente) y la consecuente contracción y agotamiento energético de la fibra muscular. Así se inicia un ciclo de  hipoxia  e  isquemia  que  lesiona  aún  más  la  fibra  muscular  y   libera   sustancias   nociceptivas   (sensibilización   periférica), perpetuando el ciclo y formando los PGM. (3)

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¿Cómo se diagnostica el síndrome de dolor miofascial?

El  diagnóstico del SMF  es  eminentemente clínico. A día de hoy, no hay consenso sobre  criterios diagnósticos. (1–3)

Simons propuso ocho puntos para diagnosticar el SDM (2,3,7):

  • Dolor espontáneo localizado.
  • Alteraciones en la sensibilidad, como hiperestesia o alodinia en zonas remotas al PGM.
  • Bandas musculares tensas palpables.
  • Dolor lancinante y localizado al palpar la banda tensa.
  • Disminución en el rango de movimiento del segmento articular en el que se involucra el músculo.
  • Reproducción del dolor espontáneo percibido por el paciente al presionar el PGM.
  • Respuesta de contracción con la estimulación mecánica del PGM.
  • Disminución del dolor con el estiramiento muscular o con la punción con aguja del PGM.

Actualmente, los criterios para el diagnóstico del síndrome de dolor miofascial varían entre estudios, pero los criterios más utilizados son (2,3):

1) Un nódulo doloroso sobre una banda tensa y palpable.

2) La reproducción de los síntomas de dolor espontáneo al presionar el PGM.

Por tanto, los  pacientes refieren  dolor  localizado  o  regional  persistente,  de intensidad  leve  a  severa.  El  dolor  es  exquisito  y  reconocible  a  la  compresión, puede ser constante y en general se relaciona con los movimientos. El diagnóstico del SDM se realiza identificando  los  PGM que  se  relacionan  con  el  tipo  de dolor  que  generó  la  consulta  de  SDM.  Un  signo  característico que se observa en los pacientes es el signo del salto o jump sign, el cual es un reflejo involuntario o estremecimiento  del  paciente,  desproporcionado  a  la  presión  aplicada sobre un PGM. Otros  síntomas  asociados  son  fatiga  y  debilidad, alteraciones del ánimo y trastornos del sueño. (2,3)

El síndrome de dolor miofascial suele confundirse con la fibromialgia. Frecuentemente, pacientes con fibromialgia tienen PGM secundarios; sin embargo, existe una clara distinción clínica y es importante distinguir ambas afecciones porque el tratamiento es diferente. (2,3)

¿Cuál es su tratamiento?

Durante  el  tratamiento  es  fundamental  la  comunicación  y    la   educación. El paciente debe saber de qué se trata su enfermedad, entender las causas del dolor, qué síntomas  están  asociados  y  la  línea  de  tratamiento  junto con  sus  expectativas. El  tratamiento  debe  ser  individualizado y  multidisciplinario.  Va  a  depender  de  la  duración  y  de  la  intensidad  del  dolor. (3)

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El  primer  objetivo  es  identificar  la  causa  que  genera  PGM. En  los  pacientes  crónicos, el estudio y tratamiento de factores precipitantes constituye  una  parte  fundamental  del  manejo.  A  veces,  los  factores favorecedores son tan importantes que sólo con su eliminación  se  inactivan  de  forma  espontánea  los  PGM. (2,3)

Como objetivo a corto plazo se propone reducir la sintomatología y restaurar la elongación normal del músculo, la postura y mejorar del rango articular con ejercicio activo y tratamiento de PGM. En el tratamiento fisioterápico de los PGM diferentes investigaciones han demostrado que la combinación de terapia manual junto a técnicas invasivas como la punción seca, resultan eficaces en la reducción de la sintomatología y mejora de la funcionalidad a corto-medio plazo. Además, las técnicas de estiramiento y la electroterapia (TENS) podrían coadyuvar a incrementar la movilidad y disminuir los síntomas. (3-6,8)

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Bibliografía

  1. Solis JC. Síndrome de dolor miofascial, diagnóstico y tratamiento. Rev Medica Costa Rica y Centroam. 2014;(612):683–9.
  2. Moreno V, César J, Reyes E, Hugo V, Andrade DL, Patricia L, et al. Síndrome de dolor miofascial. Epidemiologia, fisiopatología, diagnóstico y tratamiento. Rev Esp Méd Quir. 2013;18:148–57.
  3. Velasco M. Dolor musculoesquelético : Fibromialgia y dolor miofascial. REV MED CLIN CONDES. 2019;30(6):414–27.
  4. Fernandez-De-Las-Peñas C, Plaza-Manzano G, Sanchez-Infante J, Gomez-Chiguano GF, Cleland JA, Arias-Burıa JL, et al. Is Dry Needling Effective When Combined with Other Therapies for Myofascial Trigger Points Associated with Neck Pain Symptoms ? A Systematic Review and Meta-Analysis. Pain Res Manag. 2021;8836427.
  5. Navarro-santana MJ, Sanchez-infante J, Fernández-de-las-Peñas C, Cleland oshua A, Martín-Casas P, Plaza-Manzano G. Effectiveness of Dry Needling for Myofascial Trigger Points Associated with Neck Pain Symptoms : An Updated Systematic Review and Meta-Analysis. J Clin Med. 2020;9(10):3300.
  6. Koszalinski A, Flynn T, Hellman M, Cleland JA. Trigger point dry needling , manual therapy and exercise versus manual therapy and exercise for the management of Achilles tendinopathy : a feasibility study. J Man Manip Ther. 2020; 1–10.
  7. Simons, David. Myofascial Pain Syndromes – Trigger Points Journal of Musculoskeletal Pain, 2005; 13(2):63-73
  8. Borg-Stein J, Iaccarino MA .Myofascial pain syndrome treatmets. Phys Med Rehabil Clin Am 2014;25:357-77
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